Por Wanda I. Rodríguez Rivera
Como parte de los trabajos de seguimiento a un grupo de jóvenes participantes del proyecto: Convivencia Ambiental, José «Cheo Blanco» Agront, coordinada por el Comité de Diálogo Ambiental de Salinas, se realizó un viaje de campo por la costa del sector la Playa de Salinas. El viaje tenía como objetivo conocer importantes recursos de la zona, cómo se están afectando y cómo se pueden proteger. Su costa, bordeada por agua y mangle, servía de escenario para re-descubrir un majestuoso ecosistema.
El sector de la playa, ubicado dentro de los lindes que comprende la Bahía de Rincón en Salinas, cuenta con importantes recursos: playa, pozo de agua dulce, mangle, organismos costaneros, entre otros, que guardan gran importancia para el ambiente y la gente que allí habita.
Durante el recorrido nocturno por el sector, bajo las estrellas y la luna nueva, se podían observar en el agua microorganismos vestidos de amarillos fluorescentes, que iluminaban sus cuerpecillos como cucubanos, mientras los jóvenes movían el agua de un lado a otro. Los dinoflagelados, también conocidos como candelillas, se encuentran en mares de todas partes del mundo y en la Bahía Rincón en Salinas no es la excepción.
Estos microorganismos se distribuyen en función de la temperatura, salinidad y profundidad. La estrechez de la boca, la poca profundidad, sus niveles adecuados de salinidad y la particularidad de que están rodeadas de mangle, hacen de las bahías lugares propicios para encontrar las candelillas. Según varios expertos, entre ellos el profesor de Ciencias Marinas del Recinto Universitario de Mayagüez, Juan González Lagoa, el factor de la temperatura del agua, que debe ser de 70 a 90 grados Fahrenheit, así como otras características relacionadas con la localización geográfica, topografía y clima, también proveen el ambiente para que las poblaciones de dinoflagelados puedan reproducirse de forma estable e iluminar la noche.
La agrónoma y bióloga Yaminnette Rodríguez, miembro del Comité de Diálogo Ambiental de Salinas, explicó que los dinoflagelados producen luz mediante un proceso químico en el que se unen dos sustancias orgánicas conocidas como luciferina y luciferaza. Cuando estas moléculas reaccionan liberan energía en forma de luz. La mayoría de las especies son unicelulares y forman parte del plancton marino, pero también los hay de agua dulce y coloniales. Por ser productores primarios, constituyen una parte importante de la cadena alimenticia acuática.
El guía, Jorge Ortiz, mejor conocido como Yiyán, quien dirigió la expedición por el muelle y el pozo de agua dulce de la zona, contó que aún no existe documentación científica que valide que en ese lugar hay dinoflagelados comparables con los existentes en las bahías bioluminiscentes de Vieques, Fajardo y Lajas. Ortiz aseguró que un interés por estudiar científicamente este escenario sería una gran aportación para diversos sectores: pescadores, residentes, ambientalistas, científicos, educadores, guías turísticos, entre otros. Por otro lado, señaló que a pesar que había luna nueva, era una pena que el área estuviera tan iluminada, ya que eso puede afectar la bioluminiscencia de los dinoflagelados. No obstante, recomendó que un viaje por el área puede ser una actividad eco-turística importante para aprender y disfrutar de la zona.
No obstante, para la mayoría de los jóvenes participantes era la primera vez que vivían una experiencia como ésa. «Nunca había venido a este lugar», expresó Adrián Alicea, quien reside en la comunidad Mosquito en Guayama. Adrián, con apenas 12 años, dijo con alegría y ojos luminosos que invitaría a sus amigos de la escuela, sus vecinos y a su familia a visitar de nuevo el lugar.
Para Adneris Hernández, madre de Joseph, uno de los jóvenes participantes, era la primera vez que conocía que en ese lugar que frecuentaba mientras trabajaba en un restaurant, hubiese esos diminutos organismos que producían luz. «Me pareció muy buena la actividad porque son cosas que uno las puede ver pero si uno no se acerca y las ve de verdad no aprendemos lo que tiene la naturaleza, nunca había visto dinoflagelados, parecían cachispitas en el agua», expresó Morales.
Rut María Alverio Ramos, de 14 años, participante del proyecto y residente de Salinas, indicó que esta experiencia le sirvió para poner en práctica lo que había aprendido en su salón de clases. «Sólo había visto los dinoflagelados en libros y verlos de cerca y tocarlos me ha parecido una buena experiencia». Señaló que no tenía idea de encontrarlos tan cerca en su propio pueblo de Salinas e indicó además, que si más jóvenes conocieran y vivieran esta experiencia se motivarían a cuidar nuestros recursos. Cree que habría que motivar fuertemente a sus compañeros de clases, quienes actualmente tienen otros intereses.
El grupo de jóvenes se reúne una vez al mes para acampar en diferentes áreas que componen la región para aprender sobre temas ambientales, fortalecer relaciones sociales y comunitarias, y desarrollar liderazgo para proteger y defender los recursos ecológicos y sociales que habitan en su región. Para más información y colaboración con este grupo puede comunicarse a [email protected] o [email protected].
Artículo publicado originalmente por Prensa Comunitaria.