Por Marielisa Ortiz Berríos
El Bosque Estatal de Monte Choca, en Corozal, es el escenario natural donde Kimberly Meléndez Rodríguez, una joven de 14 años educada en el hogar, estudia y observa las aves como parte del proyecto Ciudadano Científico: Explorando la vida del Río Grande de Manatí, subvencionado por la Fundación Nacional de la Ciencia y Para la Naturaleza. Kimberly es ciudadana científica comunitaria (medular) y recibe la mentoría del biólogo investigador y experto en aves José A. Salguero Faría.
Cuando comenzó su investigación, en abril de abril de 2015, la joven recorría dos veces cada semana -al amanecer y atardecer- diferentes puntos del bosque junto a sus padres Mary Rodríguez y Danny Meléndez, para contar las aves e identificarlas. Este trabajo se extendió por un periodo de un año. Al momento ya ha contado unas 42 especies, como el julián chiví, el san pedrito, la gallareta común, el comeñame, el pájaro bobo menor, el pájaro bobo mayor, el jui, la calandria, el tordo lustroso, entre otras. La estudiante fotografía las distintas especies que observa, las documenta y también ingresa la información en la plataforma digital de eBird.
Como dato importante, Kimberly redescubrió en Monte Choca el carrao, un ave migratoria que se creía extinta. “Muchas personas no saben de este bosque y es bien importante para la conservación y para Corozal, y yo quiero que las personas conozcan el bosque y nos ayuden a conservarlo tan hermoso”, expresó Kimberly.
Sus inicios como observadora de aves
Antes de demostrar gran interés en las aves y su observación, Kimberly participó como voluntaria en varios proyectos de Ciudadano Científico, dirigidos a los murciélagos, la chiriría, la cotorra puertorriqueña, los humedales y en Mapa de Vida. Su mamá, Mary, contó que el personal del programa notó en ella un gran interés por la ciencia, por lo que le ofrecieron la oportunidad de trabajar una investigación durante un año como participante medular. Para este trabajo se le suministraría las herramientas y asesoría, necesarios para llevar a cabo el proceso científico e investigativo.
Rodríguez explicó que su hija participó de estos programas inicialmente para comenzar a aclarar sus dudas y aprender. En el trayecto se percató de su pasión por las aves y es cuando decide comenzar su estudio sobre los alados, particularmente en el Bosque de Monte Choca, ubicado en el barrio Palos Blancos de Corozal, donde reside. “La idea es que ella aprenda como participante medular para que [a su vez], pueda educar a la comunidad. Es educarla para prepararla”, manifestó Mary.
Kimberly ha aprendido a identificar y comparar a las aves por sus cantos, gracias al tiempo que le ha dedicado a la observación y al estudio de estas especies silvestres en el bosque de su comunidad. “Hay algunas aves que las puedes observar pero algunas las puedes escuchar”, explicó Mary. Por su parte, Kimberly comentó que al principio tenía problemas para identificar a las tórtolas y palomas, pero ya dominó esa etapa y las conoce. Destacó que le llamó la atención que el tordo lustroso pone sus huevos en el nido de la calandria y cuando esta deposita sus huevos tiene que criarlos obligatoriamente. Esta acción del tordo afecta la reproducción de la calandria, explicó la joven, quien además ha tenido que hacer recorridos nocturnos.
En las caminatas siempre participan sus padres, y en ocasiones, su hermano. “Hemos ido aprendiendo igual con ella. Es una aventura porque estamos al aire libre. Hacemos recorridos de noche buscando múcaros y yaboas, y es una experiencia que a la misma vez [nos permite] compartir como familia”, dijo Mary.
Antes y después de participar en el programa Ciudadano Científico
Antes de participar como voluntaria medular en Ciudadano Científico, Kimberly no conocía nada sobre los procesos científicos. “Desde siempre me había interesado todo esto (la ciencia y naturaleza), pero no sabía nada. Cuando llegué me enseñaron a documentar, qué hay que hacer en los procesos científicos, cómo usar los diferentes instrumentos en el bosque, sus diferencias. He aprendido sobre diversos ecosistemas, plantas, animales, poner datos en eBird, etc.”, mencionó la joven educada en el hogar. “Mi experiencia ha sido fabulosa, espectacular, me ha gustado mucho, he aprendido cosas que en mi vida me imaginaba sobre la naturaleza”.
La experiencia de ser ciudadana científica ha ayudado a Kimberly a conocer mejor el bosque y a apreciar más su belleza. Destacó que desea trabajar educando a la comunidad sobre el valor del bosque y su importancia. “Yo misma antes no sabía apreciar lo que tenía”, dijo.
Kimberly y su mamá coincidieron en que no hay que ser científico para aportar al medio ambiente y la comunidad. La joven es un ejemplo de esta afirmación, pues aun siendo estudiante está realizando una labor científica e investigativa de gran relevancia para su comunidad y barrio, que incluso puede ser utilizada por el mismo gobierno y organizaciones sin fines de lucro conservacionistas y de protección ambiental. Como ejemplo, la joven mencionó que en la documentación oficial del Bosque Estatal de Monte Choca, en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) se mencionan unas seis o siete aves, sin embargo, en los recorridos realizados han documentado más de 40. Como hecho histórico, recordó que el bosque fue protegido gracias a la intervención de la comunidad, quienes se opusieron a un proyecto de minería que se realizaba en el bosque. El lugar también se utilizó para el ganado.
Finalmente, Kimberly mencionó que le interesa continuar observando aves y educando a la comunidad de Palos Blancos sobre la importancia de apoderarse del bosque y de su conservación. “Yo pienso que cuando se acabe este proyecto, tal vez una o dos veces al mes, haré recorridos e invitaré a otras personas”, expresó la joven, quien también se ha interesado mucho por la fotografía y el dibujo de las aves.
Vídeo relacionado: