El manatí agonizante rescatado el domingo en una playa en Río Grande murió pese a todos los esfuerzos realizados por un veterinario y los biólogos del Departamento de Recursos Naturales y del Centro de Conservación de Manatíes de la Universidad Interamericana.
Los resultados preliminares de la necropsia apuntan a que la causa de muerte fueron los impactos que recibió de varias embarcaciones que viajaban a alta velocidad, especificamente jet sky.
La secretaria del DRNA, Carmen Guerrero Pérez, lamentó la muerte del mamífero marino que pertenece a la lista de especies en peligro de extinción y deploró que embarcaciones diseñadas para entretenimiento y disfrute sean usadas de forma irresponsable y se conviertan en un arma letal que atenta no solo contra la vida marina, sino también contra la vida de los seres humanos que quieren recrearse sanamente en las playas.
“Es una tristeza que muera otro manatí más, no por razones naturales sino de forma violenta en una colisión con un jet sky. Hago una exhortación a tener precaución y ser prudentes en la velocidad en que navegan estas embarcaciones. Recuerden que el mar es el hogar de muchas especies de flora y fauna con las cuales podemos compartir su espacio sin tener que convertirnos en una amenaza para sus vidas. La población de manatíes ha sido estimada entre 400 a 600 individuos en todo Puerto Rico, por lo que sigue estando entre las especies en peligro de extinción”, manifestó Guerrero Pérez.
El manatí tenía una hemorragia en los pulmones, seis puntos de lesiones, dislocación en la aleta pectoral izquierda y los dientes molares estaban rotos. Su hígado y riñones fueron impactados; hubo sangrado en la orina. Durante su agonía, mostró dificultad al respirar, pequeños episodios de temblores faciales y problemas para flotar.
El análisis post mortem indica que el manatí, antes de los golpes sufridos, estaba saludable. Era un juvenil de aproximadamente cinco años, pesaba 500 libras y medía siete pies de largo.
El manatí fue encontrado varado el domingo cerca del hotel Bahía Beach Resort, a 400 metros al oeste del río Espíritu Santo, cuando fue rescatado por el oficial de manejo del DRNA, Francisco Guzmán, y el doctor Antonio Mignucci, director del Centro de Conservación de Manatíes, junto a su personal. La bióloga y coordinadora del programa de Rescate de Animales Varados del DRNA, Grisel Rodríguez, asistió en el rescate. El tratamiento estuvo a cargo del veterinario Antonio Rivera.