El “bosque modelo” es un bosque con gente, casas, comercios, industrias, agricultura, entre otros. «No hay nada que adquirir ni gente que expropiar», aclaró Arturo Massol Deyá. «Solo conciencia».

El portavoz de Casa Pueblo explicó que, a diferencia del concepto de conservación tradicional, la naturaleza de un bosque modelo es una «concertación de usos, espacios, gente, especies», y un proceso de «toma de conciencia colectiva de quienes viven en áreas protegidas o tienen industrias y comercios». El modelo –reconocido internacionalmente en la Red Mundial de Bosques Modelo– es de participación y reinserción de la gente en la agenda forestal.

Igual que los ingenieros diseñan carreteras con puentes y cemento para conectar una ciudad con otra, el Corredor Ecológico establecido inicialmente por Orden Ejecutiva recoge un análisis científico de las mejores avenidas biológicas para la conectividad natural de 19 áreas protegidas. Estas incluyen todas las zonas de vida del país menos una que se encuentra exclusivamente en El Yunque. Por lo tanto, este distrito de conservación reconoce y valora los espacios de vida que emplea la inmensa biodiversidad que habita nuestra isla incluyendo la exitosa reintroducción de la cotorra puertorriqueña en el Bosque de Río Abajo y zonas aledañas. Además, el distrito de conservación busca garantizar la protección de las cabeceras de cuencas hidrográficas que abastecen agricultura, industria y a más de 1.5 millones de puertorriqueños.

Mapa del Corredor Ecológico del Bosque Modelo, propuesto recientemente mediante orden ejecutiva. (fuente/Casa Pueblo/Facebook)

“La delimitación territorial es importante como herramienta de planificación, pero la esencia está en la gestión social. Si el gobierno hubiera reconocido los servicios ecológicos y sociales de esta región, proponer un gasoducto para la zona habría sido incompatible por no promover desarrollo sostenible, ni armonizar con los recursos naturales. Necesitamos prevenir conflictos y promover un clima de inversión estable. La inestabilidad la provoca el propio gobierno cuando carece de visión global y eso se quiere cambiar”, puntualizó Massol.

El también catedrático del Departamento de Biología de la UPR Mayagüez añadió “en estos momentos de crisis fiscal, el gobierno carece de los recursos necesarios para atender a plenitud el plan de retiro, salud, educación, infraestructura y tampoco tienen para atender el tema ambiental. La inyección económica que se logre será para fomentar el desarrollo sostenible de la región, la más alta en desempleo de toda la isla. Todos sabemos que por cada dólar que se gestiona a través del gobierno se traduce quizás a 10 centavos en servicio por todas las capas administrativas. En el nuevo modelo de gestión forestal, por cada dólar que coloque el gobierno, el mismo puede traducirse en 5 a 10 dólares, o sea, se amplifican los recursos y se amplifican sus impactos. Eso lo vemos reflejado en acuerdos ya en progreso, como el establecido con la Pontificia Universidad Católica de Ponce. Se abre a la participación de más sectores, que con recursos limitados, logran en la plataforma concertada de gobierno-sector privado-comunidad alcanzar grandes avances. La academia, los industriales, comercios, el trabajo voluntario, los científicos y muchos más ya se van sumando”.

Miramelinda en el Bosque Estatal de Toro Negro. (foto por Marielisa Ortiz)

Sobre la eventual asignación de 4 millones de dólares para desarrollar un fondo de gestión a perpetuidad, Massol dijo “10 millones de dólares le dieron a Ray Chacón para diseñar un tubo sin gas que amenazaba esa misma Cordillera, otros 6 millones de dólares se botaron para expropiar. Lo que perseguimos ahora es alcanzable y muy necesario. El sector privado, la academia y las comunidades vamos a parear esos fondos del Estado”.

Con la convicción de que este cambio en el paradigma de conservación ambiental y desarrollo económico es posible, Casa Pueblo está comprometido, evolucionando de la protesta a la propuesta que asume responsabilidades. “Seremos uno de los actores en una mesa amplia y multisectorial. No vamos a arrancar antenas ni borrar las casas del mapa, por favor. Tampoco se trata de impedir la agricultura o el derecho a construir un techo seguro. Se trata de participación y responsabilidad social con impactos previsibles de conservación de recursos, pero de crear oportunidades empresariales y nuevas oportunidades educativas como las “Escuelas de la Humanidad” con currículos científicos especializados. Vamos a potenciar la zona para mejorar el aprovechamiento académico, empleos y atender la violencia. Para algunos eso es una utopía, para nosotros es una realidad”, finalizó Massol.