Las zonas costeras proveen espacio para realizar actividad física, para el relajamiento, el contacto con la naturaleza, los deportes y desarrollo económico. (fotos suministradas)

Por Rubén Hernández 

Las zonas costeras pueden ser una alternativa en el proceso de lograr una población más saludable. Estas proveen espacio para realizar actividad física, para el relajamiento, para el contacto directo con la naturaleza, para la práctica de deportes a nivel profesional y para el desarrollo económico de las comunidades. Incluso, las zonas costeras son un lugar para la obtención de alimentos nutritivos de muchas familias como los peces y mariscos.

Varias investigaciones psicológicas han demostrado que la exposición a los espacios verdes, como las áreas costeras de Puerto Rico, tiene un efecto positivo en la salud. La reducción del estrés es uno de estos efectos positivos (Kaplan, 1992; Pretty, 2005). También se ha demostrado que existe una correlación positiva entre los espacios verdes y una mejor percepción de salud y el riesgo de mortalidad (De Vries, 2003; Groenewegen, 2006; Mass, 2009).

Un 30.9% de los puertorriqueños afirman tener un estado de salud aceptable o pobre, una prevalencia muy alta en comparación con el 15.9% de los ciudadanos americanos que dice lo mismo (CDC, 2010). La población local está sufriendo de enfermedades y condiciones que se pueden prevenir disminuyendo factores de riesgos como la obesidad, el sedentarismo y el estrés. Es por esto que las zonas costeras además de ser utilizadas como atracción turística, y como áreas de conservación, se pueden utilizar como un lugar para la promoción de la salud del pueblo puertorriqueño.

Varias investigaciones señalan que la utilización de las zonas costeras por los ciudadanos provee varios beneficios.

Varios investigadores señalan que la utilización de las zonas costeras (espacios verdes) por los ciudadanos provee varios beneficios. Entre estos se encuentran a un ambiente donde se puede descansar y recuperarse del estrés de la rutina diaria (Mass et al. 2006). Además, ayudan que se dé un contacto entre las personas y el ambiente natural (Jorgense et al. 2002) y proveen espacio para realizar actividad física (Ulrich et al. 1991).

Esta evidencia puede dar paso a que en los planes de manejo de las zonas costeras, de los parques, reservas naturales, refugios de vida silvestre, entre otros, se incluyan estrategias de promoción de salud. Estas estrategias deben estar dirigidas a los visitantes y turistas, sin embargo, deberían crearse objetivos específicos para integrar a las comunidades aledañas. Es muy importante que los líderes en salud pública y en manejo y conservación de recursos naturales se pongan al tanto de los beneficios de la zona costera en la salud de los individuos y los utilicen estratégicamente para lograr beneficiar a la población puertorriqueña.

El autor es doctor y profesor del Departamento de Ciencias Naturales de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Aguadilla.