Por Marielisa Ortiz Berríos
Desde antaño, el ser humano ha cazado para su subsistencia. Hoy día, el hombre y la mujer continúan cazando, pero mayormente como un pasatiempo. No obstante, aunque es una práctica lícita, existen diversas opiniones a favor y en contra de este deporte en Puerto Rico.
“La cacería es una actividad recreativa donde una persona tiene una licencia para poder practicar el deporte”, explicó David Ramos, director de la División de Caza y Pesca del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA). “La cacería en Puerto Rico está regulada a través de la Ley 241 de 1999 (Nueva Ley de Vida Silvestre) y sus enmiendas. Esta ley realmente no trata sobre caza, sino que es una regulación de vida silvestre. La cacería está contemplada dentro de esta regulación porque es la política del Estado armonizar entre la cacería y el bienestar de la vida silvestre”.
Ramos, quien también es cazador, indicó que las personas que están interesadas en practicar el deporte tienen que pasar por una serie de requisitos, como tomar un curso de educación a cazadores. “Lo que hacemos es llevar a las personas a tomar un seminario donde hablamos sobre la caza, leyes de vida silvestre estales y federales, le damos orientación sobre las armas de fuego, la ley de armas de cacería, hablamos sobre la ética, la responsabilidad, primeros auxilios, sobrevivencia, obviamente todo lo que tenga que ver con armas de caza, escopeta, rifle, arco y flecha”, destacó el director.
De igual forma, mencionó que los participantes toman 12 horas de entrenamiento y luego un examen. “Todas esas personas que pasan ese examen, los llevamos a una parte práctica, donde demuestran las habilidades con las armas de caza”, dijo. “En Puerto Rico no se permite cazar con rifle, sin embargo, nosotros para poder mantener nuestra certificación válida a nivel internacional, estamos cubriendo rifle para que se mantengan porque la certificación la aceptan en todos los estados de Estados Unidos, en México, en Nueva Zelanda, en Suráfrica, porque nosotros pertenecemos a una organización de educadores de caza”.
Antes que se implantara formalmente en el año 2005 el Programa de Educación a Cazadores, los solicitantes obtenían una licencia de caza y salían a practicar el deporte, sin tomar un curso educativo formal, indicó. Durante el primer año el DRNA estuvo en el desarrollo de todos los materiales de educación, protocolos, manual y desarrollo de los instructores. Un año después se comenzaron a ofrecer los primeros cursos en Puerto Rico. “Antes el procedimiento era llevar la solicitud, se le daba un material educativo y no entrabamos en la ética, responsabilidad, seguridad y manejo de armas de fuego”, dijo.
El empleado del DRNA informó que el Programa de Educación a Cazadores recibe una aportación federal. Estos fondos surgen de un impuesto a los manufactureros de armas, se colecta, va a un fondo general y se redistribuye a los distintos estados y territorios. Destacó que con esos fondos se maneja el Refugio de Vida Silvestre de Humacao, el Refugio de Aves de Boquerón, el Programa de la Paloma Sabanera y se realizan investigaciones relacionadas a las palomas, tórtolas y aves acuáticas.
La cacería en Puerto Rico se lleva a cabo en diferentes temporadas. A partir de septiembre hasta noviembre se permite la cacería de palomas y tórtolas (aves terrestres). Entre noviembre a diciembre y luego en enero es temporada de caza de aves acuáticas. También desde diciembre hasta enero se autoriza la cacería de cabros y cerdos en Isla de Mona, utilizando arco y flecha. Más adelante, desde enero hasta abril comienza la temporada general, donde además se puede cazar con escopeta.
“En ese caso se utiliza como una herramienta de manejo para el control de unas especies exóticas dentro de la Isla de la Mona, en el resto de la isla utilizamos la cacería como una herramienta de manejo para el control de especies dañinas”, explicó Ramos. Algunas de estas especies son la paloma cacera, la iguana verde, los caimanes, las tórtolas collarinas y las mangostas. Asimismo, recalcó que dentro de dichas temporadas, si los cazadores se topan con algunos de estos animales considerados plagas, pueden cazarlos, pero no están obligados a consumirlos. En el caso de los otras especies de caza, éstas sí se tienen que utilizar para consumo. “Durante todo el año pueden ser entrampados y matarlos (especies invasoras), menos las collarinas”, dijo el biólogo.
En contra de la cacería
“Yo estoy en contra de la cacería definitivamente. Si fuese por mí que no se cazara. En Estados Unidos hay que reconocer que la cacería contribuyó y sigue contribuyendo a la conservación de lugares importantes, porque ellos conservan los lugares para su cacería y a la vez se restauran lugares naturales”, declaró Gabriel Lugo, presidente de la Sociedad Ornitológica Puertorriqueña (SOPI). “Pero qué tú controlas en Puerto Rico. Qué tú consigues con matar tórtolas que es lo más que se caza, las aliblanca, la cardosantera, no hay razón ninguna y Puerto Rico no tiene la capacidad de aguantar cacería en exceso. Y el problema no es que cacen, hay que respetar la ley, el problema son los cazadores irresponsables, que por ejemplo entran al Caño Tiburones y a las áreas naturales y no pueden decir que no”.
Lugo alertó que el DRNA aunque quiera no hace nada. “Se escuchan claritos los disparos en las oficinas de los vigilantes. Yo vivo justo al lado del Caño Tiburones y escucho disparos. Si vas a cazar, caza donde se permite”, indicó, al añadir que encuentra “absurdo” que en el Refugio de Vida Silvestre de Boquerón se permita la cacería. “Los responsables sí hay que reconocerlos, que siguen las reglas y cazan donde se les permite, pero recalco que los problemas son los irresponsables, cazan donde no se debe cazar, cerca de residencias”.
“[A] Nosotros como biólogos y manejadores del recurso se nos presentan todo tipo de cosas, obviamente hay todo tipo de línea de pensamiento, tenemos que respetar la opinión de los demás, hay personas que se oponen a la cacería primero que nada porque se utiliza un arma de fuego […], hay otras personas porque han visto comportamiento no adecuados de los cazadores, siempre van a haber personas que son violadores de ley, hay otras que se oponen por desconocimiento y otras opinan que no se deben matar ningún tipo de animal”, expresó, por su parte, Ramos. “Ahora, el Estado tiene la política de armonizar entre todos los ciudadanos”.
El biólogo del DRNA indicó que todas esas especies están sujetas a estudios. “El DRNA monitorea estas especies a través de los años y hemos visto que todas las especies de cacería en Puerto Rico tienen poblaciones saludables, hacemos unos estudios de las ofertas y demandas y se establecen unas cuotas diarias por temporadas”, explicó Ramos.
De otra parte, Lugo denunció también la práctica ilegal del cebo, mientras que Ramos indicó que ése es un problema que han identificado, al igual que la basura que muchos dejan en las áreas de cacería. “No todos han cogido el curso, todavía estamos en el proceso de educación para lo que es el recogido de los cartuchos, de la basura, lo que es la práctica del cebo, el peligro y falta de ética”.
Finalmente, el director de la División de Caza y Pesca informó que dentro de la Isla Grande, según su conocimiento, no han ocurrido accidentes lamentables con la cacería. Sin embargo, dentro de Isla de Mona sí han muerto dos cazadores, debido a que la munición que se utiliza es diferente, ya que son para matar mamíferos grandes. En Puerto Rico hay alrededor de 5,000 personas con licencia para cazar.
Posición oficial de la SOPI sobre la cacería
“En resumen, aunque reconocemos el privilegio a la actividad de cacería recreativa, la SOPI se opone enérgicamente la forma en que esta se ha llevado a cabo en Puerto Rico. La SOPI se opone a la cacería de aves nativas en Puerto Rico ya que la base científica nos indica que las poblaciones de aves en islas tropicales son muy limitadas y propensas a ser afectadas con este tipo de actividad. La SOPI no se opone a la cacería con propósitos científicos o a la cacería con propósitos de manejo, como por ejemplo la cacería de cerdos y cabros en la isla de Mona. De hecho, la SOPI propone que se intensifiquen dichas actividades para que se logre los propósitos y recomendaciones de la comunidad científica de erradicar las poblaciones de animales exóticos. Por otro lado, también se discutió el tema del establecimiento de fincas privadas para cazar o los llamados «cotos de caza». Esta iniciativa podría ser de beneficio a la vida silvestre si se lleva cabo adecuadamente. El apoyo de SOPI a dicho modelo dependerá del plan de manejo para esos lugares y que se fomente el manejo de las poblaciones antes que la introducción de especies exóticas. De ser necesaria la introducción de especies, éstas deben ser limitadas a las permitidas mediante reglamento por el DRNA”.
Sondeo entre nuestros lectores
En la edición de octubre, la Revista Atabey dedicó el sondeo verde al tema de la cacería en Puerto Rico. La mayoría de los encuestados no estuvo de acuerdo con que se realice el deporte de la cacería por gusto o recreación. Algunos opinaron estar de acuerdo si se realiza por necesidad. También mencionaron que las especies invasoras sí se deben atrapar y matar. “No estoy de acuerdo con eso. Sencillamente porque eso involucra balas y siempre puede haber un herido. En mi caso dentro de mi finca cazan y puede ocurrir un accidente con mis niños”, mencionó Stephanie Soto, residente de Ciales. Entretanto, Betsaida Ramírez, de Cidra, opinó que “siempre y cuando sea para necesidad, pero en el caso de cuando matan por gusto pues no lo apoyo”.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición de octubre de nuestra publicación.