Por Cynthia Maldonado Arroyo
Como acto de concienciación, el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) fue la sede donde embajadores del medio ambiente y su preservación se juntaron en el Primer Congreso Internacional de Economía Ecológica (CONECEC), los días 24 al 27 de junio, para reflexionar, intercambiar ideas y plantear alternativas que conduzcan a una economía de sustentabilidad y al bienestar de los ecosistemas de nuestro hemisferio.
Bajo el lema “Hacia la Economía Ecológica: Cambios Urgentes en el Contexto Iberoamericano”, el congreso estuvo organizado por el Centro Hemisférico de Cooperación en Investigación y Educación en Ingeniería y Ciencia Aplicada (CoHemis) del RUM para cumplir su misión de promover y facilitar la colaboración hemisférica, como indicó el doctor Fernando Gilbes Santaella, director del centro, quien además dio la bienvenida al congreso.
La actividad, que agrupó a más de 200 personas, entre ellas científicos, economistas y empresarios, de los países de Costa Rica, Chile, Estados Unidos, México, Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Canadá y Puerto Rico, recibió a tres conferenciantes invitados de Costa Rica, Estados Unidos y Argentina y contó con siete sesiones paralelas, 23 presentaciones orales y 14 presentaciones de afiches que abarcaron amplia gama de temas.
Este proyecto educativo, ideado por la doctora Ivonne del Carmen Díaz, catedrática del Departamento de Economía del RUM, tiene como meta revocar la visión ilusoria de futuro, progreso y comodidad que nos ha desligado de la naturaleza y de nuestros espacios inmediatos para provocar un cambio de mentalidad trascendental que armonice las actividades humanas con nuestro planeta.
“Tenemos que crear un nuevo modelo, un modelo que incorpore una visión holística y solidaria, donde las actividades humanas se desarrollen en armonía con el ambiente. El nuevo modelo de la economía ecológica plantea un cambio trascendental de mentalidad, una visión crítica, integradora, solidaria y transdisciplinaria. […] El cambio hacia una sociedad sustentable comienza transformando nuestra propia conciencia y comprensión de la realidad; transformando los currículos universitarios y escolares para que reflejen la realidad unificada del mundo en que vivimos; y transformando las políticas públicas que resulten de una nueva conciencia social y ecológica. Hoy estamos aquí para provocar un cambio profundo; para apoyar en la creación e implantación de nuevos modelos de interconexión económica, social y ecológica”, contuvo parte del mensaje que compartió la doctora Díaz.
El primero de los conferenciantes invitados, el doctor Bernardo José Aguilar González, director ejecutivo de la Fundación Neotrópica en Costa Rica, basó su ponencia en el estudio de la relación entre la economía ecológica y la justicia ambiental para hablar de Neoextractivismo, economía ecológica y conflictividad socioambiental en la región mesoamericana y del Caribe.
Uno de los principales problemas expuestos por Aguilar es la poca inclusión de los asuntos ambientales en las agendas gubernamentales o, peor aún, la creación de agendas antiambientalistas, ambos escenarios con poca o ninguna democracia participativa, lo que ha provocado revuelo y exigencia por parte de las comunidades concernientes de nuestro hemisferio. Por esta razón, señaló Aguilar, hacen falta reformas legislativas y, en el caso de Puerto Rico, la implementación de modelos de evaluación del impacto ambiental primordialmente participativos.
Para Aguilar, muchas de las contrariedades entre sectores y de los problemas económicos actuales surgen del despartimiento que existe entre la ecología política y la economía ecológica.
“Hay una relación indisoluble entre la ecología política y la economía ecológica. Cuando la economía ecológica actúa sola, sin esa ayuda que le dio la filosofía política a la economía durante el siglo 19, cae en problemas económicos tradicionales. […] La ecología política nos ayuda a entender la conflictividad; tiene una serie de conceptos reivindicatorios que hoy en día se están aplicando en diferentes latitudes de América Latina y que están ayudando en una forma positiva para atender las divergencias que estamos viendo en conceptos como la deuda ecológica, la justicia ambiental, el comercio ecológicamente desigual, etc.”
La economía ecológica, por su parte, brinda elementos que nos permiten, entre otras cosas, “definir una visión alternativa de la relación entre economía-naturaleza, una nueva macroeconomía y microeconomía y una noción multidimensional del valor”, añadió el economista.
Aguilar sostuvo que (CONECEC) es el momento indicado para empujar esta agenda a favor de una economía sustentable, ya que hablamos “el mismo lenguaje”. Nuestra condición geográfica como isla nos asemeja a los países mesoamericanos; entendemos y compartimos factores que nos afectan y nos benefician. Precisamente, esta fue una de las expectativas del doctor Aguilar, la unión de Mesoamérica y el Caribe en este esfuerzo como consecuencia de las discusiones desatadas en el congreso.
El doctor Joshua Farley, catedrático del Departamento del Desarrollo de las Comunidades y la Economía Aplicada de la Universidad de Vermont y segundo conferenciante, departió sobre Agricultura, ecosistemas y la sobrevivencia humana. El argumento principal de su conferencia establece que la agricultura actual es el sistema menos eficiente para el ser humano. A pesar de ser esencial, es la peor amenaza para todos los ecosistemas globales por, entre otras cosas, su dependencia de recursos no renovables y por la disimilitud en la distribución de los alimentos en el mundo.
Lamentablemente, como Farley puntualizó, muchos economistas tienen una visión túnel y no consideran la relación entre la agricultura, la economía y los ecosistemas. Para muchos de estos, “la meta de la economía convencional es la eficiencia”. No obstante, Farley reitera que debe ser una eficiencia en términos de la meta de sustentabilidad que se pretende alcanzar y no en términos de producción o maximización del valor monetario.
Para Farley, la eficiencia o el “fin deseable” de la producción agrícola debería ser alimentar a las personas y satisfacer sus necesidades básicas; en otras palabras, la seguridad alimentaria, cuyo costo reside en los servicios ecosistémicos. Como posible vía para lograr esto, indicó no estar totalmente en desacuerdo con los GMOs (Genetically Modified Organisms), si se utilizara esta tecnología (sin patentes, cuidadosamente y considerando sus riesgos) para alimentar a los pobres y proteger el ambiente.
En Fundamentos de la Economía Ecológica y la Contribución de Manfred Max-Neef, los doctores Aguilar y Farley loaron la obra humana y creativa del doctor Manfred Max-Neef, economista, político y ambientalista, ganador del Premio al Sustento Bien Ganado o Premio Nobel Alternativo de Economía en 1983 y catedrático de la Universidad Austral de Chile. Por razones de salud, el doctor Max-Neef no pudo dictar la conferencia estipulada para el congreso que se realizaría vía vídeo desde Chile.
Aguilar señaló que el trabajo del teórico Max-Neef se destaca por su análisis complejo del desarrollo de la matriz de necesidades; la forma en que plantea la verdadera calidad de vida y la satisfacción de estas necesidades. “Él nos plantea una visión verdaderamente humanista de la economía en la cual la calidad de vida no está determinada por aquel que tiene más juguetes al momento de morir, sino por una serie de necesidades que son verdaderamente importantes…”, sostuvo.
Los conferenciantes aseguraron que, por esta y otras razones, el análisis de Max-Neef sobrepasa lo que han hecho otros expertos en la materia.
Según Farley, en referencia al trabajo de Max-Neef, mientras la economía crece, producimos y consumimos más cosas con menos utilidad sin que mejore nuestra calidad de vida realmente, o sea, sin que se satisfagan nuestras necesidades. Olvidamos que la producción económica utiliza materia prima y produce desechos y que, a consecuencia, el ecosistema pierde funciones y servicios (en este caso, servicios públicos, no servicios con valoración económica). Ignoramos el costo ecológico que conlleva la producción y el consumo desmedido, por lo que, según Farley, es necesario internalizar los efectos que tiene la economía tradicional en la naturaleza a través de la redefinición del valor de las riquezas naturales.
El último conferenciante principal fue el señor Juan Carlos Sendra que desde Argentina vino a hablar de Empresarismo y Sustentabilidad como parte de su experiencia en la producción de aceite de oliva en su país. Desde el 2010, el señor Sendra preside la compañía familiar Cuatro Generaciones SA que utiliza tecnologías sustentables para producir aceite de gran calidad. Esta tecnología, o método ecológico, “es de última generación, innovadora y la que menos contamina el medio ambiente, […] es un proceso continuo donde el aceite no se oxida”, sostuvo Sendra.
“Actualmente, Argentina se posiciona como el principal productor mundial (de aceite de oliva) de América Latina”, indicó, como consecuencia de los beneficios impositivos que generó el gobierno argentino a partir del 2010 a beneficio de las empresas que se dedicaran a este tipo de cultivo.
Como parte de uno de sus cursos de economía ecológica, la doctora Ivonne del C. Díaz realizó una investigación sobre la producción del aceite de oliva en colaboración con el señor Sendra, de la cual surgió la oportunidad de llevar a sus estudiantes a Argentina para apreciar los procesos de producción de esta empresa. (Vea el reportaje por Prensa RUM aquí: http://www.uprm.edu/portada/article.php?id=2885.)
Parte fundamental de este congreso fue la firma de un manifiesto en el que los participantes, entre otras cosas, se comprometieron a promover una transformación que conduzca al bienestar entre las actividades humanas-económicas y el ambiente y el desarrollo de una conciencia social y ecológica con la creación de la Sociedad Iberoamericana para el Desarrollo de la Conciencia Social y Ecológica (SIDECEC) desde la cual apoyarían “las ideas, la creatividad y la transformación hacia nuevos sistemas holísticos e interconectados”. Además, exigen a los gobiernos el establecimiento de estos nuevos modelos y de nuevas medidas inclusivas de bienestar “para el beneficio social, económico y ecológico de nuestras comunidades y del Planeta…”.
Con un viaje de campo a Casa Pueblo, el Bosque Escuela La Olimpia y la Estación Experimental Agrícola en Adjuntas y las Bodegas Andreu Solé en Guánica, concluyó CONECEC 2015.
En la página web de CONECEC encontrará presentaciones, resúmenes, fotos, vídeos y otros detalles del congreso.
La autora es redactora de información de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez.