Cuando se llega a la carretera principal que conduce a la Reserva Natural Hacienda La Esperanza (RNHLE), en Manatí, es inevitable observar el hermoso paisaje y la bienvenida que podría ofrecer algún ruiseñor, pitirre o garza ganadera. Este lugar, administrado por el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico (FCPR) desde 1975, tiene un gran valor histórico, cultural y ecológico que lo hace un lugar único.

Esta reserva natural es un sitio predilecto para investigadores, científicos, estudiantes, fotógrafos y público general, ya que posee importantes yacimientos arqueológicos, recursos costeros, mogotes, cuerpos de agua, fauna y flora endémica, entre otros. Según documentos del FCPR, su inmenso valor ecológico se combina con su gran importancia cultural, desde los primeros asentamientos indígenas hace miles de años y su trayectoria como importante hacienda azucarera en el siglo 19.

La reserva cuenta con 2,286 cuerdas protegidas, que incluyen más de 10 ecosistemas.

Posee áreas pantanosas, manglares, salitral, áreas de mogotes, abras (espacios llanos entre mogotes), río, caños, manantiales, humedales, estuario, playa, eolianitas (formaciones rocosas), bosque de pterocarpus, praderas de yerbas marinas, arrecifes de coral, pastos y gramíneas, entre otros. Debido a la diversidad de áreas ecológicas, la fauna y flora también es abundante. Se destacan los crustáceos, reptiles, anfibios, peces y aves endémicas y migratorias. También se encuentran en el lugar los helechos diminutos de agua y el palo de rosa.

La RNHLE se encuentra al lado del Río Grande de Manatí, declarado Río Patrimonial por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA). Además, por el lugar discurren tres caños: Boquillas, San José y María Hernández. El Caño Boquillas desemboca directamente en el Océano Atlántico, mientras que los otros se unen con el río. Según algunas teorías del personal de la Hacienda, los tres caños tienen su nacimiento en manantiales ubicados en la zona de los mogotes.

El manejo de la reserva

Acorde a Belén Rosado, intérprete ambiental en la RNHLE, es importante conocer la historia de este lugar para poder comprender algunos de sus procesos ecológicos en la actualidad. Rosado contó a Atabey que “muchos de los humedales fueron dragados y secados para ser sembrados con caña”. Hoy día estas áreas se encuentran en proceso de restauración, al igual que áreas boscosas, consideradas actualmente como secundarias y terciarias.

El área pantanosa de la reserva, en ocasiones se cubre por vegetación intrusa, como la Salvinea molesta, planta que crea una especie de alfombra verde, que para los observadores puede resultar un paisaje hermoso y místico, pero para los científicos de la Hacienda no necesariamente es positivo.

La intérprete ambiental explicó que esas plantas son bio-indicadores del estado del ecosistema, el cual podría estar saturado de nutrientes, que provienen de las aguas de escorrentías que suplen el humedal. Estas plantas no permiten que entre la luz, cambia el pH (potencial de hidrógeno) del agua y afecta a los organismos que allí habitan. Este exceso de nutrientes puede deberse a los químicos industriales, tintes y detergentes que son liberados al agua. De ahí la importancia de proteger todos los recursos de agua, tanto superficiales como subterráneos, y no menospreciar el valor de ninguno.

El estuario

Como todo sistema estuarino saludable, la desembocadura del Río Grande de Manatí posee un gran valor como criadero de especies. Este lugar es utilizado por muchos organismos para desovar y alimentar a sus crías, debido a la gran cantidad de alimento disponible. Rosado explicó que cuando ocurren grandes eventos de lluvia, el “plumacho” o la cantidad de agua que proviene montaña arriba, de color marrón, también trae muchos nutrientes a la desembocadura, aportando al hábitat natural de estas especies. Sin embargo, estas descargas también traen repercusiones en la costa, como la multiplicación de las algas.

Las aves

Las aves tienen en la RNHLE un sitio importante para habitar y reproducirse. “Ahora estamos en mayo y hace aproximadamente tres semanas empezamos a tener la llegada de aves migratorias, como los charranes, palometas y aves marinas”, detalló Rosado, al añadir que se pueden observar en la reserva especies como la cervera parda, que utilizan las rocas de la costa (eolianitas) para anidar. También se refugian en este lugar los charranes piquiagudos. “El lugar está funcionando como un buen habitáculo para estas aves. Si se están quedando aquí están encontrando el alimento necesario”, explicó. También en la RNHLE residen especies como la chiriría (conocido como el pato endémico del Caribe) y el gallito amarillo.

Si desea visitar la Hacienda, hacer un recorrido por la reserva natural o participar en alguna actividad de voluntariado puede llamar al 787-722-5834, extensión 261 o 262. También puede escribir a [email protected] o [email protected].