Por Wanda I. Rodríguez Rivera
Las primeras lluvias de mayo recibieron a un centenar de personas que acudieron solidariamente al Primer Día Familiar de Yeyesa, en una enorme finca ubicada en la montaña, en el barrio Lapa, sector la Yeyesa en el municipio de Salinas. Rodeados por el río y por una exuberante vegetación, flora y fauna endémica y nativa, el grupo comunitario local organizó con esmero la actividad.
Durante la mañana, el grupo coordinador liderado por Luis Santiago lograba con tesón y paciencia resolver cada detalle para que la ceremonia festiva, convocada domingo en la mañana, tuviera los resultados esperados. Poco a poco y con la esperanza de que la madre naturaleza despertara al sol, los invitados y participantes se acomodaron en sus respectivos puestos. Los artesanos/as, “talleristas”, músicos y comerciantes eran oriundos de la región. Niños y niñas, jóvenes, madres, padres, abuelas y abuelos disfrutaban al aire libre de los exquisitos olores criollos que inundaban el lugar. La madre naturaleza parecía llorar de alegría porque se reunía su gente para rescatar, compartir y celebrar en familia, la historia de aquel sagrado lugar.
Casi a la una de la tarde, Pablo Martínez, ex residente de la comunidad y portavoz del Comité Ciudadanos en Defensa del Cerro Planadas y Áreas Adyacentes Inc. junto al Arquitecto Jorge Ortiz Colom, del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) ofrecieron un recorrido histórico por el camino que conecta la Yeyesa en Salinas con el sector Planadas en Cayey. Todos corrían para no quedarse atrás. Vecinos aledaños y otros invitados pudieron observar el paisaje natural y parte de las ruinas de la casa donde vivía el mayordomo criollo que solía custodiar el lugar.
¿Cómo era la vida en Yeyesa?
Entre los vecinos que acudieron al lugar se encontraba Alfredo Cartagena Rosario, hijo de aquel mayordomo que vivió por largos años en la Yeyesa. Alfredo, quien reside hace 25 años en Parcelas Vázquez narró que su padre trabajó para Don Cesario Echevarría, el dueño de la finca, quien era oriundo del pueblo de Cayey. Indicó que contrataban unas 15 a 20 personas por un año para talar la finca. “Salían de la caña y se venían para acá», señaló Cartagena Rosario. “Para ese tiempo se ganaba $2.40 el día, $12.00 la semana [5 días] y cuando se acababa el trabajo acá [en la montaña] regresaban a la costa para trabajar en la zafra”, rememoraba Cartagena Rosario en su relato. Cuando terminaba el trabajo en la montaña, su madre, quien criaba ovejos y cabros mataba uno y hacía una fiesta. “Son valores que se han estado perdiendo”, dijo. “En las mañanas ordeñábamos de 10 a 15 vacas diarias. Mientras se ordeñaba, mi madre preparaba un caldero grande de harina de maíz. Venía gente a comer y a buscar leche”, indicó.
Don Alfredo emocionado recreaba su vivencia. “Comíamos corazones y guanábanas que encontrábamos en los árboles, hasta por la tarde”, apuntó. Su madre preparaba arroz con habichuelas con sofrito que olía a campo, señaló. “Si había mestura, lo comíamos con gallina o cabro del país”, dijo.
Alfredo, aunque señalaba con nostalgia que el lugar no será igual a como lo recuerda, dijo confiar que esta actividad familiar fuera importante para la comunidad y estaba motivado con colaborar con la reconstrucción de lo que fue la casa de su infancia, como parte de los proyectos propuestos en la llamada Reserva Ecológica y Cultural Planadas/Yeyesa. Cartagena narró, además, que su padre vivió en la finca hasta el 1963, cuando la vendieron. Su padre no se fue lejos, se mudó a la comunidad de Parcelas Vázquez.
Luego de la caminata, el grupo de jóvenes de Diálogo Ambiental de Salinas ofreció un taller a los participantes sobre una de las frutas más importantes de la temporada: el mangó. El llamado el rey de las frutas capturó la atención de muchos que terminaron aprendiendo sobre su importancia nutricional y ecológica y degustando su rico jugo.
Rosa Iris Casiano Colón, residente de la comunidad de Parcelas Vázquez, fue invitada a la Yeyesa para ofrecer a los participantes su arte culinario. Pasteles, hayacas, empanadillas y arroz con dulce fueron parte de su oferta. Rosa, a quien le acompañaban su esposo y su hija, expresó no haber visto grandes cambios en el lugar. Ella subía a llevar almuerzo a sus tíos que trabajaban desyerbando los montes en la Yeyesa. “Desde mis quince años de edad no había venido a este lugar. Ahora tengo 64 años”, expresó con emoción.
¿Qué es la Reserva Ecológica y Cultural de Planadas/Yeyesa?
La Yeyesa es parte de la Reserva Ecológica y Cultural de Planadas/Yeyesa. Ésta conforma el corredor ecológico que da continuidad e integridad a bosques que ya están protegidos, entre los que se encuentran el Bosque Estatal de Guavate/Carite, el Bosque Toro Negro, Las Tetas, el Bosque del Pueblo de Adjuntas, el Bosque La Olimpia, el Cerro Punta, el Monte del Estado, y otros bosques más pequeños. Se trata de una estrategia para reducir la fragmentación de los hábitats, evitar la degradación de los ecosistemas en el territorio montañoso del país y proteger la cuenca hidrográfica del Río Lapa.
El Río Lapa nace en la Cordillera Central en el Barrio Lapa de Cayey y corre hacia el Suroeste. A lo largo de su trayectoria, se unen a él importantes quebradas y manantiales hasta llegar al barrio Sábana Llana de Salinas. Allí se le une el Río la Maja o Jájome y juntos forman el Río Niguas que desemboca en el Mar Caribe, en las costas de Salinas. Esta cuenca suple de un manto de agua subterránea al acuífero del Sur. La cuenca hidrológica es parte fundamental en la preservación y la salud del acuífero. La importancia de la Yeyesa es tal que la consideran como estación relevo del acarreo intensivo de los bienes provenientes del litoral costero hacia los valles del interior.
Durante el Día Familiar de Yeyesa se llamaba a quien estuviera disponible para amenizar en la tarima. Jorge, Lola, Noel, Yaminette, Wandy, Adrian, y Rut respondieron al llamado. Anunciaron la música, los talleres, la caminata, la rifa, el menú, y un mensaje de solidaridad con los vecinos adjunteños, quienes simultáneamente celebraban una marcha contra el gasoducto. Era el día de la defensa de la calidad de vida y nuestros recursos; eso era lo que movía a la gente a reunirse en la Yeyesa.
Al atardecer los artesanos/as, “talleristas”, músicos, comerciantes, niños/as, jóvenes, madres, padres, abuelas y abuelos esperaban atentos el sorteo de una modesta cerdita, que cuidaron con esmero los jóvenes durante todo el día familiar. La cerdita sería sorteada pro-fondos la Convivencia Ambiental de los jóvenes. El Arq. Jorge Ortiz Colom fue el agraciado de la rifa y compartiendo su gracia donó la cerdita a la comunidad de Parcelas Vázquez, de Salinas, que seguirá celebrando con esperanza la añoranza de volver juntarse en familia con más comunidades aledañas.
Artículo publicado originalmente en Prensa Comunitaria, aliado de la Revista Atabey.