Un grupo de biólogos, aficionados de las aves y distintos miembros de la Coalición Pro-Corredor Ecológico del Noreste se dieron cita el domingo, 19 a las 6:30 a.m. frente la entrada de la playa San Miguel. “Desde las 6:30 a.m. estábamos emocionados y con binoculares en mano para adentrarnos al Corredor a ver aves», dijo Jéssica Seigle, miembro activa de la Coalición Pro-Corredor. Se trata de uno de los censos navideño de aves que organiza la Sociedad Audubon en Puerto Rico, este mes.
En el censo se avistó y fotografió un individuo de playero melódico (Charadrius melodus o “Piping plover”, en inglés) en una playa del Corredor Ecológico del Noreste, justo al este de la desembocadura del río Mameyes. El singular playero se encontró acompañando a una bandada grande de playeros acollarados (Charadrius semipalmatus o “Semipalmated Plover”, en inglés). Se trata de una especie de ave migratoria designada en peligro crítico de extinción por agencias estatales y federales. La población total del playero melódico se estima en menos de 4,000 individuos que anidan y viven en las playas arenosas de la costa este de Norteamérica que se extienden desde Maine hasta la Florida.
Otra raza distinta de esta especie todavía más amenazada vive en la región de los Grandes Lagos de Estados Unidos y Canadá, constituida por sólo unos 123 individuos. “José Colón estaba mirando por su telescopio y de pronto me llama emocionadísimo, era el playerito melódico. Rápido saqué la cámara y espero la foto sea útil para la defensa del Corredor Ecológico del Noreste y la guía de especies que están montando los miembros de la Coalición”, comentó el doctor Tomás A. Carlo, biólogo y profesor en Penn State.
“Las cálidas arenas del Caribe le proveen a esta rara especie un lugar donde pasar el invierno. El playero melódico fue una vez común en la costa Atlántica y el Caribe, pero hoy es una de las aves más raras y amenazadas. Disminuyó muchísimo por la caza para plumas de adorno usadas en sombreros de mujer que fue muy de moda en el siglo XIX”, informó José Colón, biólogo y aficionado de las aves. Este playerito obtuvo protección bajo el Tratado de Aves Migratorias en el 1918 y sus poblaciones mostraron una recuperación parcial para mediados del siglo XX. “Pero a partir de la década del sesenta comenzó a declinar nuevamente, esta vez no por la cacería, sino por los efectos de la construcción, degradación y alteración humana de los ambientes costeros en Norteamérica y el Caribe. A esto se le suma ahora la acentuada erosión de las playas arenosas ocasionada por cambios climáticos”, puntualizó Sara Beatriz Ocasio, miembro de la Coalición Pro-Corredor Ecológico del Noreste.
El playero melódico fue avistado por un grupo de 17 personas aficionadas a la observación de aves que incluyó estudiantes, científicos y personas interesadas en apreciar y aprender sobre la naturaleza. “El grupo salió a recorrer la ruta del área de San Miguel empezando en el portal de la comunidad Juan Marín, como parte del censo de aves Audubon de la Punta del Este de Puerto Rico que compila el Dr. Joseph Wunderle. Este tipo de actividad ayuda a que la gente conozca el Corredor, sus comunidades portales y la importancia de defenderlo como reserva natural”, mencionó Ana Elisa Pérez Quintero. Este censo es uno de tres eventos anuales que toman lugar en Puerto Rico cada fin de año, siendo los otros dos en la región del Caño Tiburones en Arecibo (18 de diciembre) y Cabo Rojo (26 de diciembre). La actividad se nutrió del apoyo y participación de organizaciones como el Sierra Club, la Sociedad Ornitológica de Puerto Rico, GAIA y la Coalición Pro-Corredor Ecológico del Noreste. El domingo se observó un total de 117 especies de aves, lo que constituye un récord máximo de especies para la punta del este en este censo.
El hallazgo enfatiza la importancia de conservar para las futuras generaciones las 3,050 cuerdas de bosques y playas del Corredor Ecológico del Noreste, que además le sirven de refugio a al menos otras 50 especies amenazadas. “El plan de la actual administración de fragmentar y desarrollar el corredor pone en peligro tanto la actual integridad del ecosistema, como su resiliencia y capacidad de recuperación. El viaje de este playero melódico desde Norteamérica a Puerto Rico nos recuerda que lugares aparentemente aislados sirven como punto crítico de enlace y conexión que mantienen la existencia tanto de comunidades y poblaciones locales, así como de otras muy distantes en una naturaleza que no tiene fronteras”, expresó Tomás Carlo.