Por Javier Sierra
Qué irónico que en el mes que celebramos las maravillas de nuestra Madre Tierra, su rostro esté tiznado de petróleo y carbón.
Según escribo estos renglones, una marea negra mayor en superficie que Rhode Island amenaza las costas de Louisiana. El 20 de abril, una explosión que casi con certeza ha causado la muerte a 11 trabajadores de la plataforma petrolera Deepwater Horizon, operada por British Petroleum (BP), provocó que el pozo marítimo se desangrara a un ritmo de 42,000 galones diarios.
Si no se tapona la boca del pozo, algo extremadamente difícil porque está a una milla de profundidad, el derrame petrolero podría ser el peor desde el desastre del Exxon Valdes, el cual cubrió con un manto mortal buena parte de las costas de Alaska en 1989.
Esto no tenía que haber ocurrido. Según el Huffington Post, pese a su desolador historial de seguridad, en 2009 la industria petrolera se opuso enérgicamente a un nuevo conjunto de regulaciones federales para plataformas marítimas. Las normas se propusieron ya que entre 2001 y 2007, cerca de 1,500 incidentes causaron la muerte de 41 trabajadores y heridas a 302 en las costas del país.
El Post agrega que la industria exigió «flexibilidad» para autorregularse voluntariamente de acuerdo con su «cultura corporativa».
El 5 de abril, la industria carbonera protagonizó un drama muy similar. Una explosión en la mina Upper Big Branch, propiedad de Massey Energy, en Virginia Occidental, causó la muerte de 29 trabajadores, el peor desastre minero en 40 años.
Desde 2005, Massey Energy ha cometido 1,342 violaciones federales de seguridad que podrían costarle un total de $1.89 millones. Sólo en el mes de marzo, en la mina accidentada se detectaron 50 violaciones, incluyendo mala ventilación de polvo y metano, y la acumulación de materiales combustibles.
La oposición de Massey Energy a las regulaciones federales son legendarias. También lo son los ataques de su Director Ejecutivo, Don Blankenship, contra quienes apoyamos la reforma energética, llamándonos a todos «locos».
La irresponsabilidad corporativa de estas industrias no deja de asombrarnos. Cinco gigantes petroleros -ExxonMobil (2a), Sunoco (3a), Koch Industries (10a), ConocoPhillips (11a) y Valero Energy (12a)- encabezan la lista de los peores contaminadores de 2009, según la Universidad de Massachussets.
Pero hay más. En este mes en el que todos hemos tenido que rendir cuentas al Servicio de Recaudación de Impuestos, la revista Forbes informó que ExxonMobil -la más rica corporación del mundo, con ganancias limpias en 2009 de $45,200 millones- no pagó ni un centavo en impuestos al gobierno federal.
¿Cómo lo hace? Estableciendo entidades corporativas en paraísos fiscales como las Bahamas o las Bermudas. De hecho, según el sitio ThinkProgress, los trucos fiscales de las corporaciones del país nos cuestan al resto de los contribuyentes unos $100,000 millones anuales.
¿Debemos seguir perforando el agujero de adicción petrolera y carbonera en el que estamos metidos? Los votantes hispanos responden con un rotundo «no».
Una encuesta patrocinada por la Coalición Nacional Latina sobre Cambio Climático (NLCCC) reveló un abrumador apoyo por el cambio hacia una nueva política de energía limpia y renovable, a la vez que confirmó una vez más que los hispanos consideran el calentamiento global un problema serio.
El estudio -realizado en tres estados claves para las próximas elecciones parlamentarias de noviembre, Colorado, Florida y Nevada- develó que más de tres cuartas partes de los votantes hispanos opinan que el Congreso debe actuar ya para aprobar la reforma energética del país.
Los encuestados también favorecen abrumadoramente a candidatos que apoyen la reforma energética en el Congreso (80% en Florida, 67% en Nevada y 50% en Colorado).
La gran mayoría de los votantes también identifica la reforma energética con la creación de empleos (72% en Nevada, 66% en Florida y 54% en Colorado).
Y mientras los sondeos del público en general indican un descenso en la creencia de que el calentamiento global es una amenaza, la encuesta de la NLCCC nos dice que para la inmensa mayoría de los hispanos lo es (76% en Florida, 74% en Nevada y 64% en Colorado).
Asimismo, por mayorías abrumadoras, los votantes dijeron estar dispuestos a hacer sacrificios para combatir el calentamiento global (91% en Florida y Nevada, y 83% en Colorado).
Es una extraordinaria lección de civismo y patriotismo que los hispanos, uno de los grupos más desaventajados del país, estén dispuestos a sacrificarse por el bien común.
Es también un gran gesto simbólico para limpiar la cara de nuestra Madre Tierra.
Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígale en Twitter @javier_sc.