Por Marielisa Ortiz Berríos
Aunque es contador de profesión, Héctor M. Rivera Claudio fue seleccionado para realizar una investigación medular con la organización Para La Naturaleza y su programa de ciencia ciudadana, con el fin de hacer estudios arqueológicos en una propiedad de 13 cuerdas en Ciales. Además, gracias a su dedicación y liderazgo como voluntario, conversó sobre su experiencia en el Congreso de la Sociedad Americana de Arqueología, celebrado en San Francisco en abril de 2015.
La historia de Héctor como miembro del programa Amigos Para La Naturaleza, unidad del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico, voluntario y ciudadano científico comenzó hace más de cinco años. “Originalmente yo pertenezco al programa Amigo y empecé con ellos a visitar diferentes propiedades del Fideicomiso con guías e intérpretes ambientales”, mencionó el aficionado a la arqueología y al estudio de las cuevas. Contó que cuando visitó por primera vez la Hacienda La Esperanza, en Manatí -aún en ruinas y en proceso de restauración- vio un grupo de voluntarios siendo dirigidos por un arqueólogo y se interesó por la labor que hacían. Cuando le explican que el trabajo consistía en introducir a ciudadanos comunes en la labor de un científico, decide darse la oportunidad.
Ahí comenzó su labor como voluntario en varias investigaciones del programa Ciudadano Científico, como aves, arqueología, murciélagos y botánica. Finalmente, luego de colaborar con varias investigaciones, es que le ofrecen la oportunidad de participar como ciudadano científico medular, en la investigación de arqueología, dirigido por la investigadora y arqueóloga Isabel Rivera Collazo.
Su experiencia como ciudadano científico
Como cuenta Héctor, su trabajo con el programa Ciudadano Científico ha consistido de varias etapas y proyectos simultáneos. Explicó que para poder comenzar a trabajar en su investigación en la finca El Cuco, en Ciales, ha requerido tomar varios adiestramientos y talleres, como geocaching, el uso de la brújula, cómo documentar y la ética en los estudios de investigación. Además, ha visitado en varias ocasiones la finca y trabajado a la vez en su propuesta de investigación. Mientras tanto, tuvo un periodo de preparación para hablar sobre su experiencia en el Congreso de la Sociedad Americana de Arqueología, donde realizó un gran trabajo, el cual fue invitado a publicar de manera oficial por el doctor Gabriel Moshenska, experto en arqueología y reconocido a nivel mundial.
Como anécdota importante, Rivera Claudio destacó que en una de las visitas a la finca El Cuco, estuvo presente el día que su mentora descubrió unas terrazas agrícolas antiguas. A partir de ese hallazgo es que comienza su investigación medular, para estudiar a fondo sobre esa tecnología utilizada antiguamente en la agricultura. Contó que luego comenzaron a medir algunas de las terrazas, a hacer excavaciones y a indagar en libros y bases de datos sobre esta técnica agrícola. “Ya averiguamos quiénes eran los dueños originales”, destacó, al añadir que también comenzarán a hacer etnografía, que consiste en entrevistar a varias personas residentes del lugar y vecinos “para saber si ellos se acuerdan de haber visto el sitio, sobre la siembra y la agricultura”. Héctor explicó que esta propiedad fue adquirida recientemente por el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico y su unidad Para La Naturaleza.
Antes y después de su participación como voluntario y medular
Luego de involucrarse de lleno en el programa de ciencia ciudadana Explorando el Río Grande de Manatí, la perspectiva de Héctor sobre el proceso científico ha cambiado “del cielo a la tierra”. “Yo antes veía el científico como un tipo nerd y nosotros los ciudadanos, los simples mortales. Yo no los veía como que ellos ayudaban a conservar el ambiente; los veía como cuestión capitalista”, expresó Héctor, quien trabajó por muchos años brindando asesoría financiera a familias con problemas económicos. “El Fideicomiso ha escogido científicos que se nivelan al ciudadano común sin dejar el método científico. Ahora estoy más compenetrado y veo cómo estamos protegiendo el ambiente y concientizando”.
Mencionó que también tenía otra percepción de la arqueología, al estilo Indiana Jones. “La arqueología ahora es de bajo impacto. Cuando termina nuestra actividad, si usted va al otro día no se da cuenta que ahí excavaron”, describió.
Sobre el estudio que está realizando Héctor, inicialmente podría parecer no resolver un asunto ambiental, sin embargo, el investigador voluntario dijo que a la larga sí resuelve un problema pues la información que se recopile podría ayudar a mejorar las técnicas de siembra en esa región, para que impacte menos la estructura natural del terreno. Manifestó que la ciencia puede usarse en la conservación del ambiente si se enfoca de manera adecuada.
El científico voluntario añadió que es bien importante que la comunidad conozca la labor que se está realizando en el predio pues “estarían en un nivel de conciencia que nos ayudan a proteger el lugar”. Héctor se vislumbra trabajando con el programa muchos años más.