Por Marielisa Ortiz Berríos
¿Se acuerdan de la campaña publicitaria Pítale a la basura? Hace varios años, si no me equivoco a finales de la década de los 80, principios de los 90, surgió esa promoción en los medios de comunicación, especialmente en la televisión, donde se invitaba a pitar a las personas que tiraran basura incorrectamente, tanto en la playa, calles, como en solares baldíos. Para ese entonces yo era una niña, pero recuerdo que el sonado anuncio tuvo mucha acogida y popularidad. El mensaje debió tener algún efecto y se debió haber invertido mucho dinero para sonar tanto.
No recuerdo otro esfuerzo por parte del gobierno que haya tenido tanto éxito como Pítale a la basura, salvo los anuncios y gestiones en la década de los 90 de la organización no gubernamental y sin fines de lucro Yo limpio a Puerto Rico, con su conocido eslogan, Yo limpio a Puerto Rico, hazlo tú también, y sus promociones con reconocidas figuras del deporte y el arte de la Isla. Hoy día, la organización Scuba Dogs Society realiza una labor parecida, pero enfocada más en la organización de eventos de limpieza en diferentes cuerpos de agua.
En días recientes, mientras viajaba con mi familia en el carro, vi cómo un hombre lanzó una lata de refresco desde su automóvil (él iba conduciendo) hacia afuera. Mi mente pudo captar el momento en cámara lenta y pude ver toda la acción, desde el lanzamiento, la lata en el aire (incluso botando líquido) y cómo cayó al suelo en un área adyacente a una siembra de café. Me pregunto yo en qué momento de la vida de esta persona falló la educación de sus padres. Seguramente no tuvo una figura de autoridad que le enseñara a través del ejemplo y las palabras que la basura no se tira por ahí, sino en un zafacón, o mejor aún, si es reciclable, pues en el recipiente del reciclaje. En efecto, no tuvo nadie que le hablara sobre modales, limpieza, civismo, belleza y respeto. Es triste, muy triste, mientras haya personas así, la cadena continuará hacia futuras generaciones.
Las veces que he visto personas tirar basura afuera desde las ventanas de sus carros, me causa una gran indignación. No sé qué realmente les pasa por sus cabezas. Peor aún, he visto adultos hacerlo con niños en el vehículo, así que no podemos culpar a esos niños si hacen lo mismo. Hasta qué grado de mediocridad son capaces de llegar estas personas, que no les importa si los ven, no les importa dónde caiga la lata, botella o papel o no les importa cuánto tiempo ahí permanezca tirada.
¿Qué podemos hacer para que estas cosas no sucedan? De seguro mucho. Sin embargo, no se hacen. No es suficiente con poner un aviso que diga que serán multados si arrojan basura. No es suficiente hacer maratones de limpieza alrededor de la Isla. No es suficiente poner de vez en cuando anuncios en los medios de comunicación. Se debe fiscalizar, incentivar y educar consistentemente. También confiar en que lo podemos hacer bien y mejor, y no subestimar los esfuerzos ni comparar con otros países, sino aprender de ellos lo bueno que estén haciendo.
¡Pítale a la basura!
(La foto destacada en la portada es de nuestros archivos y fue suministrada por la organización Madre Tierra Atabey.)