Por Javier Sierra
Me aventuré un día en medio de una de las peores nevadas del siglo a dar un paseo y disfrutar de las calles sin carros. De pronto, con gran sorpresa, vi las huellas de varias bicicletas en la nieve recién caída. Las seguí hasta que me llevaron a la puerta de la cocina de un restaurante italiano, donde las bicicletas estaban encadenadas a un poste de la luz.
Me asomé y allí los vi, cuatro cocineros hispanos trabajando duro al son de ritmos de la frontera. Con semejante tormenta de nieve, para estos valientes, la única manera de haber llegado al trabajo fue en bicicleta, sin importar que la temperatura era de unos 20o F.
Para cientos de miles de hispanos, la bicicleta es una herramienta de trabajo, sin importar el clima ni el día del año. Es su única manera de trasladarse en ciudades de todo el país donde el transporte público se queda corto o no llega, y donde comprar un carro es una quimera inalcanzable.
En este Mes Nacional de la Bicicleta es justo rendir homenaje a una comunidad de ciclistas que por necesidad, y devoción a sus familias y sus trabajos, también ayudarán este año al país a ahorrar unos $4,600 millones en gastos de transporte y combustible.
Un estudio de la Liga de Ciclistas Norteamericanos develó que de 2001 a 2009, los hispanos y otras minorías adoptaron el transporte en bicicleta mucho más rápidamente que el resto de la sociedad. En total, su uso de este medio constituyó el 21% de los viajes en bicicleta en todo el país en 2009.
Y hay poderosas razones financieras que justifican estos números. El costo promedio anual de mantener una bicicleta es $308, mientras que el de un carro es $8,220. Las familias de bajos ingresos gastan hasta el 55% de su presupuesto en transporte, mientras que el hogar promedio sólo gasta el 18%. Gracias a otras opciones, como la bicicleta, esos gastos se reducen considerablemente.
Por cada millón de dólares que invertimos en proyectos peatonales y ciclísticos, se crean 14 empleos, mientras que en la construcción de carreteras se crean sólo siete. Cada dólar invertido en proyectos peatonales y ciclísticos rinde $11.80. Y muchos de estos empleos se crean en sectores de la economía que emplean a más hispanos. La bici también es un instrumento de disfrute para los niños hispanos, especialmente para quienes conocen poco más que su barrio y nunca han tenido la oportunidad de disfrutar de la naturaleza.
El Sierra Club organiza excursiones en bicicleta gratis para que jóvenes hispanos de bajos recursos exploren los entornos naturales. En una reciente excursión en las afueras de El Paso, TX, un grupo llevó sus bicis a lo largo del Río Grande y a cada poco paraban para admirar la flora y la fauna que jamás habían visto antes. Uno de ellos, de sólo 6 años de edad, pese a haberse caído y ser picado por una abeja, dijo haber pasado el día más feliz de su vida.
Pero los días felices están en peligro. Actualmente, caminar y montar en bicicleta constituyen el 12% de todos los viajes en Estados Unidos, pero sólo reciben un 1.6% del gasto federal de transporte. Los funcionarios públicos deben reconocer la gran necesidad de hacer nuestras comunidades más accesibles a los peatones y ciclistas, y el transporte público más disponible, especialmente para comunidades de bajos ingresos.
Tras dos siglos de existencia, la bicicleta sigue siendo un invento redondo. Son nuestras protecciones y salvaguardas las que no pueden seguir a esta brillante idea.
Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígale en Twitter @javier_sc.