Por Marielisa Ortiz Berríos
Redacción Atabey
En Puerto Rico, para muchos parecería una fantasía el poder visitar el centro comercial o supermercado sin la necesidad de utilizar el auto, sino a pies. Para otros sería una quimera llegar hasta su trabajo en bicicleta. Hacer las diligencias ordinarias en transporte colectivo, desde cualquier punto de la Isla, y lograr su cometido, sería una utopía. Esto es así, debido a que las carreteras principales de Puerto Rico y sus pueblos no han sido diseñados para ser “caminables”, y tampoco existe un sistema de transporte colectivo bien diseñado ni enlazado. Al puertorriqueño común, aunque quiera dejar su auto estacionado en la marquesina, y caminar o viajar en bicicleta para hacer sus gestiones, se le hace sumamente difícil.
En Puerto Rico, en su mayoría, los amantes de viajar en bicicleta utilizan este medio de transporte más como un deporte o entretenimiento que como medio de traslación hacia algún destino. Además, las carreteras en el País no están diseñadas, de forma tal, faciliten la utilización de las bicis; sólo se piensa en los carros. Son pocas las personas que utilizan sus bicicletas como medio de transporte, pero cuando su uso no representa para ellos un peligro de accidente en las vías de rodaje. De igual forma, aquéllos que se aventuran a caminar las carreteras de la Isla para moverse de un lado a otro, llegan a temer por sus vidas ante la velocidad de los vehículos a su paso.
El Tren Urbano de Puerto Rico permite la entrada de usuarios con sus bicicletas, y hasta la Administración ha instalado estacionamientos especiales para ellas. No obstante, este medio de transporte colectivo, sin bien ha brindado un alivio al tráfico pesado de la zona metropolitana, no es un tren de cercanía, sólo llega a puntos estratégicos entre los municipios de Bayamón, Guaynabo y San Juan. Las personas que deciden viajar en tren y en bicicleta a la vez deben vivir cerca de alguna de las estaciones para que sea realizable su gestión, a fin de cuentas.
Muchas de las personas que a diario se dirigen hacia el área metropolitana desde algún pueblo contiguo no utilizan el Tren Urbano debido a que no les resulta efectivo. Sin embargo, para muchas personas ha sido un aliciente este nuevo sistema de transporte debido a que se evitan gran parte del tapón mañanero y vespertino de la zona metro, aunque tengan que viajar gran parte del camino en sus autos privados.
Según datos del Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP) en Puerto Rico hay 3, 129,571.00 automóviles registrados. Esto sin contar los que no están registrados y los que se encuentran en los centros de venta autorizados. Acorde a la Oficina del Censo de la Junta de Planificación de Puerto Rico la población de la Isla está estimada en 3,954,037, lo que significa que la cantidad de vehículos casi alcanza la demografía al año 2008. Este dato resulta alarmante si lo vemos de esta forma.
En la Isla se necesita cambiar la planificación a una dirigida a lograr ciudades y pueblos caminables. La planificación urbana debe reenfocarse a reducir en gran medida el uso de los carros. Primeramente, bajaríamos las emisiones de dióxido de carbono (DO2) al ambiente, contribuyendo a minimizar los efectos del cambio climático. La combustión de gasolina es uno de los principales causantes de la aceleración del efecto invernadero, que produce el calentamiento global.
Otra gran buena razón para promover ciudades caminables es la reducción del tráfico. Los llamados “tapones” en los días laborables le suministran un estrés innecesario al ciudadano, provocando tensiones, corajes y atrasos en las llegadas a los destinos. Además, los sonidos ensordecedores de las bocinas, frenos y choques aumentan los decibeles que un oído puede aguantar y provocan contaminación por ruido, y por ende, afecta la calidad de vida y bienestar de las personas.
Caminar ejercita el cuerpo y ayuda a bajar el estrés. Correr bicicleta es un excelente ejercicio que ayuda a todas las extremidades del cuerpo. Utilizar el transporte colectivo reduce la cantidad de vehículos en la carretera y disminuye la quema de combustible. Además, las personas que acostumbran utilizar algunos de estos transportes, disfrutan más de la naturaleza y el medio ambiente y tienen más tiempo para reflexionar y confraternizar con otros.
En el mundo, existen algunas ciudades y barrios “caminables”. Algunos apenas tienen automóviles. Este es el caso de Vauban, un barrio de Alemania, que fue planificado y construido inteligentemente para ser caminado. Allí se utilizan muy pocos autos y la mayoría de las personas viajan a pies o en bicicleta. Los centros comerciales fueron edificados relativamente cerca de las residencias, lo que promueve la no utilización de carros. Además, allí está prohibido tener marquesina para autos y estacionarse en la carretera. No están vedados los vehículos pero las restricciones generales no promueven su uso.
Otra ciudad caminable es Groninga, en Holanda. Allí la mayoría de las personas viajan en bicicleta. Incluso, la arquitectura de la ciudad invita a los residentes y turistas a moverse a pies. En general, ir en bicicleta en Holanda es una parte de la vida cotidiana. El clima moderado, las cortas distancias y las carreteras llanas hacen que la bicicleta sea un medio más que lógico de transporte. De hecho, en dicho País existe una red de carreteras para bicicletas que está señalizada claramente, indicando el camino más rápido a seguir por los ciclistas.
Por otro lado, Cambridge, situada en el estado de Massachussetts, posee el galardón de ser la ciudad más “caminable” de los Estados Unidos. Allí la mayoría de las personas han renunciado al coche o transporte público para desplazarse caminando.
Según VeoVerde.com, otras ciudades o barrios libres de auto existen en Amsterdam, Viena, Colonia, Hamburgo, Edinburgo y Nuremberg, entre otros. Dinamarca es otro país donde la bicicleta es la orden del día.
Según Carfree.uk la idea es utilizar diversos medios de transporte que sean igualmente válidos que los autos. Obviamente, los vehículos llegaron para ayudar en el transporte, y más aún, en distancias largas, pero si existe la posibilidad de trasladarse a pies, en bici o en transporte colectivo: ¿por qué no hacerlo?