En una vista pública celebrada en días recientes por la Junta de Planificación (JP), la secretaria del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), Carmen R. Guerrero Pérez, endosó la designación de la Reserva Natural Playa Grande El Paraíso en el municipio de Dorado; lugar donde se ha documentado la mayor cantidad de nidos de tinglar en Puerto Rico durante los pasados cuatro años.
“Durante las pasadas cuatro temporadas, se ha documentado que en Playa Grande ocurre la mayor cantidad de actividad de anidación de tinglar en toda la isla, tanto que el año pasado se llegaron a contabilizar 598 nidos y, en temporadas altas, un total de 17 mil neonatos. No hay duda para todos los científicos, que este es un santuario de importancia mayor para esta especie de tortuga marina en peligro de extinción a nivel de todo el Caribe”, expresó Guerrero Pérez por escrito en su ponencia.
La titular explicó que la zona litoral y sublitoral, cuya designación como reserva natural está actualmente ante la consideración de la JP para propósitos de protección y conservación, se caracteriza por ser una playa arenosa de alta energía y fuertes corrientes mareales. Además, posee un sistema relativamente extenso de dunas de arena cubiertas con vegetación costera, que se extiende prácticamente a través de todo el largo de la playa y que sirve de área de anidamiento de especies de tortugas marinas en peligro de extinción, particularmente el tinglar (Dermochelys coriacea).
“La particularidad ecológica y la gran actividad de anidación de tortugas marinas documentada en esta playa hacen de esta área una propicia para el desarrollo de actividades educativas de índole ambiental. Por tanto, ese sistema sirve de laboratorio natural, en el que se pueden realizar investigaciones diversas. Tanto el DRNA como organizaciones comunitarias, llevan a cabo un sinnúmero de proyectos de conservación de tortugas marinas y restauración del área. Anualmente, llegan a esta playa múltiples voluntarios para participar de dichos proyectos de conservación, patrullajes diurnos y nocturnos, y liberación de neonatos, liderados por la entidad Chelonia”, explicó Guerrero Pérez.
Resaltó que al designar esa playa como área natural protegida, no sólo se conservaría ese lugar para la perpetuación de una especie en peligro de extinción, sino también se protegería la vegetación costera nativa, las dunas, al igual que especies de aves marinas migratorias, entre otros organismos y ecosistemas.
El área cuenta con la protección como distrito de calificación de usos de terrenos de Preservación de Recursos (PR) y la clasificación de Suelo Rústico Especialmente Protegido, adjudicados en el Plan de Ordenación Territorial de Dorado y en el Plan de Uso de Terrenos de Puerto Rico. Sin embargo, con la designación de reserva natural se añade a esa área un nuevo nivel de seguridad y el DRNA puede adquirir más fondos federales relacionados con el manejo de los recursos en esa zona.
La planificadora reconoció la labor del grupo de voluntarios de Chelonia, organización que desde el año 2012 colabora con el DRNA en monitorear el anidaje de tinglar en estas playas de Dorado y gestaron la idea de declarar esa área como reserva natural.