Los teléfonos inteligentes tienen la alternativa de conectarse a las redes inalámbricas, así como las tabletas, computadoras y laptops. (foto por renjith krishnan de FreeDigitalPhoto.net)

Los teléfonos inteligentes tienen la alternativa de conectarse a las redes inalámbricas, así como las tabletas, computadoras y laptops. (foto por renjith krishnan de FreeDigitalPhoto.net)

Por Marielisa Ortiz Berríos

Las ondas electromagnéticas están por todas partes: en nuestras casas, oficinas, escuelas, plazas públicas, restaurantes, cafeterías, hoteles, aeropuertos, aviones, etcétera. A esto podemos añadir las señales que emiten los televisores, radios y hornos de microondas. Además, a nuestro alrededor existen múltiples antenas que envían y retransmiten estas ondas. Así que nuestras familias están constantemente expuestas a estas emisiones invisibles que podrían parecer inofensivas.

Últimamente he leído muchos artículos sobre este tema. Además, en una ocasión tuve la oportunidad de realizar un reportaje para El Visitante, para el cual entrevisté a varios médicos. Si ya para ese entonces (hace como dos años) estaba bastante alerta y preocupada sobre el asunto, luego de finalizar el escrito me reafirmé más. Para esa fecha conversé con mi esposo sobre la posibilidad de regresar al cableado, como era antes, para recibir el servicio de internet. En aquel momento aunque habíamos decidido hacerlo, todo se quedó ahí. No fue hasta hace unos días que tomamos acción proactiva, luego de leer otro artículo en una revista local.

Es cierto que el Wi-Fi ha sido un gran invento, puesto que brinda la oportunidad de conectarse a internet desde nuestros dispositivos móviles, como laptops, tabletas y teléfonos inteligentes, pero también ha sido un gran atraso pues supone la exposición a nuestra salud a todas estas ondas electromagnéticas y la posibilidad de enfermarnos.

Algunos síntomas asociados a la hipersensibilidad electromagnética son: sensaciones de ardor o calor en la cara, dolores de cabeza frecuentes, resequedad de la garganta, bocas y los ojos, náusea persistente, congestión de los orificios de la nariz, oídos, garganta y senos nasales, hipersensibilidad dental y de las quijadas, problemas con la actividad mental, concentración, memoria y mareos, dolores musculares y coyunturas, sensación de fatiga y cansancio persistente, y palpitaciones del corazón. Acorde al Comité de Seguridad en las Escuelas, de Canadá, estas manifestaciones son comunes en estudiantes expuestos a las redes inalámbricas, como el Wi-Fi. ¿Te sientes identificado o identificada con estos síntomas? Yo en algún momento los he sentido.

En el artículo que escribí para El Visitante mencioné que en el año 2011 la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que las microondas son cancerígenas en los humanos; comparables con el cloroformo y algunos insecticidas, pero se desconoce quiénes son más propensos, si los niños o los adultos, y de qué manera se podría manifestar en el cuerpo. Así que cuando el río suena es porque agua trae. Es por esto que en mi casa tomamos la decisión de no utilizar más la red inalámbrica. Esto lo hicimos pensando en todos, desde nuestros hijos hasta en nosotros mismos como adultos. Somos padres educadores en el hogar y no queremos que de ninguna manera estas ondas electromagnéticas puedan interferir en el desarrollo y aprendizaje de nuestros hijos y en el mejor desempeño de nosotros como adultos y padres. ¡Que esto supone hacer algunos ajustes en nuestras comodidades y costumbres! Pues estamos dispuestos a asumirlos.

Te invito a leer el artículo que escribí para El Visitante, el cual incluye varias entrevistas y datos relevantes sobre el tema: http://www.elvisitante.biz/new/actualidad/58-al-momento/1836-alerta-ante-el-uso-constante-de-las-redes-inalambricas?format=pdf. ¿Y tú, qué medidas has tomado al respecto? Comparte tus experiencias aquí.