La isla ya cuenta con un proyecto que fomenta el transporte alterno, en una base de solidaridad y cooperación para mejorar el tránsito en nuestras ciudades, el medioambiente y nuestra calidad de vida. «Coopiloto» es el proyecto que llegó para facilitar que conductores y viajeros se pongan en contacto para compartir carro en Puerto Rico y reducir el impacto ambiental que producen los autos en nuestro país.
Por Diana Ramos Gutiérrez
Revista Atabey
Ante el colapso y disfuncionalidad de nuestra estructura vial urbana y un sistema de transportación pública deficiente, insuficiente o en la mayoría de los casos inexistente, nace un proyecto ambiental desarrollado por voluntarios que a través de una organización sin fines de lucro ayudan a mejorar la calidad de vida y buscan contribuir al desarrollo económico, social y cultural del país, creando e implementando iniciativas sustentables.
Coopiloto nace como la primera iniciativa virtual de carro compartido (carpooling) en Puerto Rico; una forma moderna de “pedir pon” a través de Internet. Es un proyecto experimental y participativo que busca mejorar la movilidad ciudadana y convertirse en una alternativa de transporte económica, eficiente, entretenida y ecológica.
La plataforma es gratuita y permite a las personas proponer y hacer búsquedas de rutas y/o viajes para encontrar y contactar personas que viajan a los mismos lugares. También proponen eventos, charlas y debates, promoviendo otros tipos de transportación intermodal o alterna, como las bicicletas, que han probado mejorar la movilidad ciudadana, reducir la contaminación y el uso de combustibles fósiles, fomentado una cultura de cooperación y de conservación de recursos en cientos de países y ciudades. “La 1era fuente de contaminación ambiental en Puerto Rico son los vehículos de motor, y cualquier esfuerzo en reducir el número de carros en circulación debe ser prioridad. El fin es crear una red social de “carpoolers” que facilite el encuentro y la comunicación entre conductores (con carro y asientos vacíos) y pasajeros (buscando pon). Al compartir carro, las personas se dividen los costos del viaje (gasolina, peaje, estacionamiento), lo que representa un gran beneficio económico para ambos. Esto permitirá que las personas puedan movilizarse eficientemente través de la isla sin la necesidad de tener un auto propio. Conocerán gente nueva y crearán amistades, mientras ayudan a reducir el tráfico, el consumo de energía fósil, y la contaminación ambiental producto del tráfico diario”, menciona Coopiloto, a través de su espacio web.
En América Latina este tipo de iniciativas ha cobrado auge, logrando obtener en algunos casos presencia a través de varios países. Este es el caso de Tripda, que solo en la ciudad de México logró con 5,000 usuarios compartir en un periodo de seis meses más de 26 mil viajes; con una capacidad de asientos de 4.2 millones de kilómetros (lo que equivaldría a dar 106 vueltas a la Tierra); dejando de emitir 106 toneladas de CO2. Este servicio además de tener presencia a través de latinoamérica (Argentina, Uruguay, Colombia, entre otros) también funciona en Pakistán, Filipinas, Singapur, Estados Unidos y Taiwán. En Argentina, varias plataformas fruto de emprendedores locales cobran cada día más notoriedad, entre ellas Muvit, Vayamos Juntos y Carpoolear. La red privada Aventones promueve que se desarolle este sistema en organizaciones y universidades en Perú, Chile y Colombia, entre otros países.
Reduciendo el número de viajes en solitario para disminuir la congestión vehicular y acortando el tiempo desperdiciado en el tráfico (esas horas diarias de tapón), así como proveyendo un servicio social, creando una opción de transporte económica, eficaz y segura para personas sin auto propio, se ayuda a disminuir la contaminación ambiental y reducir los gastos en gasolina, peajes y estacionamiento por persona (un estimado del 40% del ingreso familiar se gasta en el carro y una persona queue lleve a tres logra ahorrar hasta un 75%). Se mejora la movilidad de la personas, nuestras ciudades se vuelven más habitables y se promueve un cambio social y eco-consciente para disminuir la dependencia del carro en Puerto Rico. Esto forma parte de la misión de Coopiloto: “En Puerto Rico hay 3.8 millones de personas y más de 4.5 millones de vehículos de motor. Eso nos convierte en el país con la mayor densidad vehicular en el mundo. Nuestra gran dependencia del carro es una catástrofe ambiental, ya que los carros son la fuente principal de emisiones de CO2 en la isla, pues consumimos más de 1,000 millones de galones de gasolina al año. Sólo en el área metropolitana de San Juan ocurren aproximadamente dos millones de viajes por día en autos privados. ¿Y sabes cuál es el sistema de transportación más costoso? Los viajes en solitario (una persona por carro). En Puerto Rico el 80% de las personas viajan solas todos los días, causando graves problemas de tráfico y de contaminación ambiental. Esto se debe a que los servicios de transportación pública no responden a las necesidades de la población en términos de movilidad, accesibilidad y funcionalidad, forzando a las personas a necesitar un carro para desplazarse a través de la isla”.
Las prácticas de consumo colaborativo se pueden definir como un regreso a la manera tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar, redefinida a través de la tecnología moderna y las comunidades. Son hábitos de vida y consumo que redefinen la sociedad de la posesión y el hiperconsumo, apelando a una sociedad más solidaria e inclusiva. Lo importante ya no es poseer, sino acceder a los bienes, aunque no sean nuevos ni propios. Así como el transporte colaborativo, las tiendas de segunda mano, huertas cooperativas, sistemas de bicicletas públicas y bibliotecas comunitarias, son también ejemplos de este tipo de proyectos.
Los artículos de consumo y el sistema capitalista nos han programado para el individualismo y el aislamiento, por lo que nos cuestra establecer redes, vínculos y lazos sociales que en el pasado eran resultado de la natural interacción y solidaridad de las comunidades. Para un contrapeso de la fragmentación del tejido social que vivimos hace falta hacer esfuerzos por reconstruir y crear redes, generando intecambios que configuren una vida comunitaria que permita organizarnos y construir las ciudades en las que queremos habitar. Hacer nuestro entorno más sustentable, ahora es una posibilidad real y está en nuestras manos.
(foto destacada por José A. Pérez, Flickr, Creative Commons)